Hace años conocí a un estudiante de derecho mexicano en Londres, Pablo.
Pablo cursaba un máster de constitucional en la universidad más prestigiosa del Reino Unido, tenía aspiraciones políticas y provenía, como ya muchos habrán deducido, de una familia adinerada y poderosa.
Nos explicó que, tiempo atrás, cuando contaba con tan solo catorce años, había ganado un certamen literario y que parte del premio consistía en asistir a algunas de las reuniones que la asociación de escritores mexicana que otorgaba el premio celebraba. Dicha asociación, cuyo nombre no quiero recordar, reunía a algunos de los más reconocidos autores del país y acogieron de manera afectuosa al niño Pablo en la primera de las reuniones que oficiaron con él.
Durante la velada, se habló de literatura, de política y de sexo. Se bebió y se comió en abundancia, se probaron sustancias prohibidas, se fumó en forma de puro, de pipa y de canuto y, cuando se agotaron las posibilidades dentro del local de la entidad, salieron para continuar con la junta en el prostíbulo más próximo. Puro Rock&Roll. De todas esas actividades participó un Pablo de catorce años, como uno más, para narrarlo años más tarde a una escueta y asombrada audiencia, entre la que yo me contaba.
En el acto fundacional de la asociación “Autors de Parets”, nos hemos reunido José Luis Barca, Laura Pallarés, Josep Manel Marí y yo mismo en una cafetería, hemos ingerido smoothies, cafés con leche, bollos e infusiones y hemos finalizado la junta a una hora respetable. Pura Bachata.
El optimismo me supura por los poros, un comienzo así solo da margen para medrar.
Text de Raúl Hoces.
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